El "dulce" amor de Manuela y Simón: las notas sobre la alimentación del Libertador

La relación entre Simón Bolívar y Manuela Sáenz trascendió los tiempos, convertida en mármol para la historia. No obstante, leer sus cartas revela muchas pequeñas situaciones que la humanizan, la hacen más cercana.

Mostramos algunas notas, tomadas del libro Cartas de amor de Manuela y Simón (Ediciones Piedra, Papel o Tijera, 1998), en las que la quiteña hace referencias a la alimentación del Libertador, a los dulces o a los almuerzos. 


Chuquisaca, a 23 de enero de 1826

General Simón Bolívar

Muy señor mío:


Mi amor, ¿qué tal el viaje? En la faltriquera le hice poner unos bocadillos, ¿los comió usted? Eran de sorpresa, de lo mucho que lo amo, para que usted piense en mí como yo lo hago con usted. Páselo bien y recuérdeme siempre.

De su amor desesperado para mi hombre único,

Manuela



Cartas sin fecha

Simón

Mi hombre idolatrado


Señor: no siga más enfadado conmigo; usted sabe que yo no tengo la culpa, ¿sí? No pensé encontrar esas gentes en su casa, señor, ¿cree usted que puedo verle? Cuando usted estime conveniente atenderé a su llamado. ¿Me perdona usted?

PD ¿Comió el almuerzo? Lo preparé para usted.

Suya,

Manuela



Mi adorado Simón:

Este último mes ha sido de conversar con usted. Yo me siento muy feliz de leer sus apreciables que ahora recibo con mayor frecuencia. Me hace recordar la fruición con que nos escribíamos en Perú.

He de preguntarle, ¿a qué tanta ley santanderista? Solo sirven para desplazar su autoridad cada día más del Gobierno. ¿No se da usted cuenta? Pare ya eso. Después no dirá que no se lo advertí. Yo tengo mis reservas con el tal Carujo; no voltee ante ellos nunca sus espaldas.

Si quiere le mando el almuerzo con patacones como a Su Excelencia le gusta.

Manuela



(Desde Lima)
Señor: yo sé que usted estará enfadado conmigo, pero yo no tengo la culpa; entré por el comedor y vi que había gente; mandé llevar candela para sahumar unas sábanas al cuarto inmediato, y al ir para allá me encontré con todos. Con esta pena ni he dormido, y lo mejor es, señor, que yo no vaya a su casa sino cuando usted pueda o quiera verme. Dígame si come algo antes de todos.

PS – Va un poco de almuerzo que le gustará. ¡Coma, por Dios! ¿No?

Manuela

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