Vicente Campo Elías y la masacre de Calabozo

Fusilamientos durante la Guerra a Muerte, por Antonio Bosch Penalva
Fusilamientos durante la Guerra a Muerte, por Antonio Bosch Penalva


Mucho se ha hablado sobre la crueldad de los realistas, con José Tomás Boves a la cabeza, durante la Guerra de Independencia. Pero poco se dice sobre la de los patriotas, muchos justificándose en las represalias de los primeros.

Vicente Campo Elías, español al servicio del ejército republicano, fue conocido por su dureza en el conflicto. Se dice (no hemos hallado la fuente) que mandó a fusilar a un familiar por ser monárquico y se repite, constantemente, una frase lapidaria: “Yo destruiría a todos los españoles y luego me degollaría, para que no quedase uno solo de esta maldita raza”.

Sobre Campo Elías escribió el coronel (durante la Independencia, alcanzando luego el generalato) y presbítero José Félix Blanco (1782-1872). Lo hizo en su Bosquejo Histórico de la Revolución de Venezuela.

El español derrotó en Mosquitero a Boves, y luego se vengó de la ayuda prestada por la población de Calabozo al realista.


Citamos a Blanco: 

La caprichosa fortuna, que en septiembre nos fue favorable en el Occidente y adversa en el Alto Llano, cambió en octubre su inconstante rueda, dando a Campo Elías en Mosquitero el 14 de este mes los laureles que en el precedente negó al teniente coronel Padrón; pero privando de ellos a la división que antes había triunfado en los Cerritos Blancos a las órdenes de García de Sena.

En efecto, el impávido Campo Elías marcha con una división compuesta de los mil fusileros al mando del sereno Ustáriz, y de 1.500 caballos bajo los comandantes Belisario, Cedeño, Torres, Amaya y otros; Boves le aguarda y presenta batalla en Mosquitero, al frente de 2.000 caballos mandados por él mismo en columnas cerradas, y de 500 infantes bajo su segundo, Morales.

Vicente Campo Elías
Vicente Campo Elías


El ojo penetrante y certero de aquel caníbal reconoce en nuestra ala izquierda al jefe que la mandaba, a aquel mismo sobre quien la fortuna le había dado un triunfo en Santa Catalina; y haciéndole cargar inmediatamente con una de sus gruesas masas de caballería, logra envolver su fuerza y la destroza con la prontitud que se propuso; pero ¡aquí fue Troya!

El Comandante en jefe republicano ataca a la par al ejército enemigo y Mosquitero queda convertido, antes de 15 minutos, en un campo de horror; a nadie se dio cuartel en el combate, ni después de él.

Boves escapó con unos pocos lanceros hacia el Guayabal, siguiéndolo su segundo, Morales, herido.

El vencedor ocupó en el acto a Calabozo; y como si la sangre hirviese todavía en sus venas, empañó la gloria de su triunfo con el sacrificio de las víctimas que inmoló a su furor en aquella población indefensa, por el inculpable delito, si puede llamarse, tal de haber servido de cuartel general a las tropas del más furioso que él, el sin par Boves.

Esta acción de Campo Elías presentó un contraste con la conducta de los jefes americanos, nunca más clementes y humanos que siendo vencedores. Nosotros podríamos decir a este respecto por boca de Marmontell, pero más propiamente que él: los Americanos nos igualan en coraje, pero nos sobrepasan en bondad”.



Posteriormente, Boves pasaría por las armas, de nuevo, a los habitantes de Calabozo, tras derrotar a los patriotas que quedaron en el pueblo. El drama y la brutalidad de la guerra.

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