Las duras opiniones de Simón Bolívar sobre los militares neogranadinos

Simón Bolívar

Las diferencias entre venezolanos y neogranadinos durante la Guerra de Independencia y los años de la Gran Colombia fueron notables. Simón Bolívar maniobró para mantener la unidad, base para la vida de la República, pero resultó imposible: para 1830 ya estaba dividida.

En el Diario de Bucaramanga de 1828, escrito por Luis Perú de Lacroix, el Libertador-Presidente expresó varias opiniones, muchas de ellas cáusticas, sobre los militares neogranadinos.



Francisco de Paula Santander

Francisco de Paula Santander

“Santander (…) como granadino es el jefe natural de todos los trastornadores y descontentos de aquel país, y excita el odio de todos contra los venezolanos; hace creer que yo, como su paisano, los protejo más que a los granadinos, y que los ascensos en el ejército y los empleos son sólo para aquellos y no para estos. Tales calumnias son creídas sin examen y el amor propio granadino queda ofendido. Si la razón discutía el hecho, vería que en la República hay menos militares granadinos que venezolanos”.

La diferencia entre los militares venezolanos y los neogranadinos


“Por otra parte, ¡qué diferencia entre éstos y aquellos! Si entre los muchos militares venezolanos hay algunos malvados, casi todos son valientes, y sobre los campos de batalla es que han merecido sus graduaciones. No me quiero poner a hacer un paralelo entre los militares de Venezuela y los de la Nueva Granada, porque resultaría un contraste poco favorable para estos últimos; sin embargo voy a pasar revista de algunos jefes granadinos”.

Generales de división granadinos

José María Córdova

“Entre sus generales de división (están) Santander, Córdova, Fortoul y Pey: Córdova es el único que tenga valor y sea militar, pero tiene un carácter duro y absoluto, una soberbia ridícula, una vanidad excesiva y sólo es bueno sobre el campo de batalla; fuera de él es peligroso”.

Generales de brigada granadinos

Hermógenes Maza

“Entre los generales de brigada están Morales, Rieux, Antonio Obando, González, Mantilla, Maza, Ortega, París, Ucrós, Vélez, Herrán y Moreno. París, Vélez y Herrán son únicos militares, capaces de un mando activo: Maza es valiente, como ellos, pero su continua borrachera lo hace un hombre inútil. Moreno es un salteador de los llanos y nada más. Morales, Ortega, Rieux, González y Ucrós son hombres de bien y buenos para un mando de provincia. Obando y Mantilla son dos cobardes, incapaces para nada: el último es el bastardo del cura de Girón, Dr. Salgar. Entre los coroneles se verían iguales o peores ineptitudes militares, si quisiera entrar a revisarlos”.

¿Cómo obtuvieron sus ascensos?


“La mayor parte de los generales indicados han ganado sus ascensos en servicio de guarniciones; en mandos territoriales, lejos del enemigo, o en las oficinas; no es así con los generales de Venezuela: casi todos ellos son generales de campaña; sus servicios han sido hechos en los campos al frente del enemigo y combatiendo contra él”.

Los generales en jefe de la República, todos venezolanos salvo Brión


“La República ha tenido ocho generales en jefe: yo, Mariño, Arismendi, Urdaneta, Páez, Bermúdez, Sucre y el almirante Brión; todos ellos son a la verdad venezolanos, excepto Brión, pero que se examinen sus servicios; (por) la antigüedad de ellos, su naturaleza y sus resultados se verá que todos han merecido aquel eminente grado”.

Las virtudes para ser general en jefe


“Por otra parte, no se puede citar un militar de la Nueva Granada cuyos servicios hayan podido merecerle el empleo de general en jefe. En este juicio no hay parcialidad, ni espíritu de provincialismo. Se me podrá decir que Mariño, Arismendi y Páez no son dignos de los empleos que posean y que no tienen las capacidades necesarias para ellos; eso es verdad, si se les juzga desde 1826, hasta ahora y que sólo se tenga presente sus talentos y actitudes; pero son sus servicios contra los españoles que les han valido sus empleos y ellos son inmensos: hicieron esfuerzos prodigiosos, y obtuvieron grandes resultados. Entonces era lo que se buscaba y lo que se recompensaba”.

La protección de los militares neogranadinos por parte de Bolívar

José Prudencio Padilla


“¿Quieren ustedes que les diga más y que les haga unas confesiones que muestran, al contrario, una protección parcial e injusta de mi parte para con varios militares granadinos que sólo me dictó la política y no mi deber ni la justicia? Pues, óiganla. Padilla, Fortoul y Pey nunca hubieran sido nombrados por mí generales de división si no habían sido granadinos; Morales, Rieux, Antonio Obando, González, Mantilla y otros estarían todavía en los grados más inferiores de la milicia y no hubieran llegado hasta el grado de general de brigada si fuesen venezolanos. Ser granadino, pues, les ha tenido lugar de servicios, méritos, aptitudes y valor; finalmente sus ascensos y los de muchos coroneles y tenientes coroneles naturales también de la Nueva Granada han sido dados en fuerza de una razón de Estado y de un motivo político que hicieron callar mi deber y mi justicia”.

Los casos de Girardot y Ricaurte

Antonio Ricaurte

“Ya desde el año 1813 meditaba la unión de la Nueva Granada con Venezuela, mi política tendía en hacerme bien valer y querer a los granadinos y después del año 19 seguí el mismo plan para conservación de la unión que había logrado. Véase mi Decreto de 30 de septiembre de 1813 dado en Valencia para honrar la memoria del coronel granadino Atanasio Girardot: fue un bravo seguramente, murió como un valiente en el campo del honor, en Bárbula, y como había combatido en Palacé, pero éste es el deber de todo militar, y sin un motivo político tal como el que me movía no hubiera dado el decreto mencionado. Ricaurte, otro militar granadino, figura en la historia como un mártir voluntario de la libertad, como un héroe que sacrificó su vida para salvar la de sus compañeros y sembrar el espanto en medio de sus enemigos; pero su muerte no fue como aparece: no se hizo saltar con un barril de pólvora en la casa de San Mateo, que había defendido con valor; yo soy el autor del cuento, lo hice para entusiasmar a mis soldados, para atemorizar a los enemigos y dar la más alta idea de los militares granadinos. Ricaurte murió el 25 de marzo del año 14, en la bajada de San Mateo, retirándose con los suyos; murió de un balazo y un lanzazo, y lo encontré en dicha bajada tendido boca abajo, ya muerto y las espaldas quemadas por el sol”.

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